Los aviones también sufren las consecuencias de las temperaturas bajo cero, la nieve y las heladas. Pero gracias a los equipos de deshielo de los aeropuertos, pueden realizar sus vuelos programados.
Los equipos de deshielo de Iberia constan de unos camiones que incorporan un depósito de 5.000 litros de una mezcla de agua y glicol, y una caldera con un quemador que hace que la mezcla se caliente y salga por el cañón a 2 grados centígrados. El camión lleva unas bombas que elevan el agua de manera que, cuando el operador abre la válvula de escape, el líquido sale a la presión necesaria para que caiga sobre el avión.
El agua derrite el hielo, la escarcha o la nieve, mientras que el glicol evita su formación durante un determinado periodo de tiempo.
Los planos verticales y horizontales (alas y cola) se suelen deshelar. Y además el fuselaje, la cúpula del radar, las compuertas de los trenes de aterrizaje y los estabilizadores. Ante condiciones climatológicas extremas y a petición del comandante del vuelo, se procede a deshelar los aviones por completo. Este proceso se ejecuta aplicando escrupulosamente las instrucciones de los manuales del fabricante del avión y de la normativa IATA, entre otros.
Limpiar un avión con hielo o escarcha puede tardar entre tres y cinco minutos, pero este tiempo se puede incrementar hasta más de una hora, si se trata de nieve.
En Madrid-Barajas hay dos bases de deshielo operativas las 24 horas del día, y permiten limpiar tres aviones al mismo tiempo en cada base, en circunstancias normales.